Manifiesto

Tenemos claro que para comer, elegiremos los cubiertos en función de la comida y que para desplazarnos, elegiremos el transporte en función de la distancia a recorrer y la comodidad. Sabemos lo que necesitamos y buscamos la mejor opción. La más útil.

¿Por qué con la ropa es diferente?

Decía Ortega y Gasset que "nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión".

Puede que nuestra dependencia del ámbito haga que aquello que nos resulta claro con la comida y el transporte, no nos resulte tan obvio con la ropa.

Puede que seamos hijos de nuestro tiempo. Que nuestra forma de pensar no sea tan libre como creemos y que la mentalidad de nuestra época defina los límites de nuestro pensamiento.

Puede que todo esto sea verdad. Pero pensemos algo.

En 1956, la opinión pública puso su foco en Elvis Presley tras sus primeras actuaciones en televisión por sus movimientos de cadera 'vulgares' y 'poco decorosos'. Décadas después, Elvis es uno de los grandes iconos de la música y ahora lo único que provocan esos movimientos es cringe cuando tu padre trata de imitarlos en una boda.

En definitiva, tenemos dos opciones.
Podemos seguir viviendo en el 1956 del siglo XXI.
O podemos empezar a vivir en 1957.

 

No somos revolucionarios. No buscamos destacar.

Somos más sencillos. Buscamos estar a gusto.